Lo que pasa en las entrañas del Deportivo Pereira
marzo 1, 2021La desalentadora campaña que adelanta en el representativo de la ‘Perla del Otún’, ha caldeado los ánimos de los pereiranos, no quieren saber nada de la dirigencia y eso es entendible porque el hincha como cliente se alimenta de la pasión.
Son 77 años de historia que sirven para justificar que este no es el primer rompimiento amoroso ni será el último que va a ocurrir; pero este, ad portas de un tercer descenso, preocupa mucho más al aficionado matecaña, que es el máximo accionista de la corporación.
Ya se ha hablado de lo deportivo, de lo pobre que termina siendo el equipo conformado para encarar el reto de mantener la categoría. 3 puntos de 27 posibles, aunque poco se ha hablado de lo que realmente pasa puertas adentro.
La pandemia, en todo su furor fue detonando la crisis en una institución habituada a trabajar con lo justo, poco ambiciosa y eso sí, con los egos elevados por los cielos. Administrativamente Deportivo Pereira quiere verse como un equipo de élite, cuando no lo es. Hay que empezar por aterrizar, saber lo que somos para construir lo que queremos lograr.
El arrendamiento del estadio Hernán Ramírez Villegas se hace con un canon inferior al habitual, demasiado inferior para ser exactos. La alcaldía de Carlos Maya le impulsó patrocinios, y poco contentos están con los resultados, con los cuestionables manejos administrativos, lo que podría derivar en no cancelar los pagos.
Algunos periodistas han hecho alianzas con los miembros de la corporación para sanear el ejercicio, unos reciben pagos, otros, por lo tanto, lo hacen por empatía, por promover un ambiente positivo alrededor del único club profesional que tiene Risaralda.
Ante tanta adversidad previsible, a Jhon Ómar Candamil ahora le toca citar versículos y encomendarse a Dios en el grupo de whatsapp de la institución, con el propósito de propiciar sentimentalismos, mas no lealtades. Sus propios servidores le cuestionan. Y si al interior le cuestionan, el aficionado pereirano no lo tolera.
La dirigencia hoy priorizó los sueldos de los futbolistas, disminuyendo el interés de otras nóminas a pagar, lo que sin duda permite entender, que no hay cómo avanzar. La alternativa de la subasta, es en este preciso momento, la única puerta de salvación para los pereiranos que quieren ver a un nuevo Deportivo Pereira sin Jhon Ómar Candamil, sin Rubén Marín, sin Camila Santa y sin Mario Euse.
Luego de escuchar el apasionado comentario del hincha que pide la salida del gerente liquidador a toda costa, hay que ser sensatos: Candamil no ha sido un mal dirigente, y en el fútbol profesional colombiano realmente los hay al más bajo nivel. El error más caro, tiene que ver con su personalidad. Un vanidoso y esquivo no puede llegar a generar empatía a una ciudad a la que por simple capricho le habla de espaldas, por eso los ciudadanos no quieren saber más de él, por eso la clase política pide que se vaya. Esto más temprano que tarde, ocurrirá.
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Rubén Marín se ha encargado de suprimir el rol de la persona responsable de trabajar las relaciones públicas de la Corporación Social, Cultural y Deportiva de Pereira, Corpereira, y hoy están recogiendo los frutos de esas acciones. ¡Se les dijo en su momento, solo se recibió como respuesta, madrazos!
Luego, es inconveniente tratar de deshumanizar a los otros dirigentes. Es importante que la ciudad arrope al actual director deportivo, Héctor Fabio Ospina, quien se atrevió a coger el equipo en una situación adversa. Ni siquiera Jorge Artigas aguantó la dinámica de un equipo desfinanciado, desmotivado, sin alma y con decenas de dificultades. Los otros, por amor al oficio, continúan, aunque les paguen mal o no les paguen.
Esta ciudad no puede actuar sin brindarle el beneficio de la duda a sus visitantes; pocos fueron los que escucharon al técnico. Pereira podrá ser pequeña, sin una dinámica comercial de una gran capital; pero nunca desagradecida.
Finalmente, aunque la afición no quiere saber nada de Rubén Marín, Camila Santa, Héctor Ospina y Mario Euse, es imperativo usar más la lógica que la pasión, para darles una segunda oportunidad de entender de qué se trata dirigir el camino en club de fútbol profesional en una ciudad como Pereira. Podemos estar mal, pero nunca ser arrogantes.
El mayor pecado de la dirigencia deportiva en los últimos años, es responder con ego a los cuestionamientos por sus desaciertos administrativos. Ese instrumento termina siendo una respuesta banal ante la exigencia de clientes insatisfechos.
Todo aquel que decida incursionar en el equipo matecaña, debe prepararse mentalmente para estar en el ojo de la opinión pública, por eso cientos han salido de la institución, sin un trofeo de la liga bajo sus brazos, más cuestionados que aplaudidos.
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