La permanencia y la subasta, dos necesidades de un símbolo pereirano

La permanencia y la subasta, dos necesidades de un símbolo pereirano

abril 19, 2021 Desactivado Por Carlos Marín

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Este domingo 18 de abril el cuadro Deportivo Pereira salvó la categoría, después de caer en penurias en una campaña golpeada por la pandemia de la covid-19, y que provocó a lo largo del semestre, situaciones incómodas para los pereiranos.

Hoy ni el hincha más insensato se atrevería a negarle un mensaje de felicitaciones al equipo después de superar 4-2 a Deportivo Pasto y asegurar un semestre más en la A. Ese es instante del cuadro matecaña; sin embargo, más allá de lo pasajero, ¿cuál es el momento que atraviesa el equipo?

Era junio del 2015 cuando Jhon Ómar Candamil y Duván Vásquez llegaron a las oficinas de Javier Ramírez, para ese entonces socio de El Diario, el medio impreso más importante de Risaralda.

En ese momento don Javier Ramírez decidió atenderlos, claro está, con la esperanza que el periódico pudiera contribuir en algo ante la deplorable situación que vivía la institución que ya sumaba su cuarto año en la B.

Antes de sostener la reunión pidió a su editor de deportes que fuera testigo, y así poder recoger apartes de la conversación para una posterior publicación.

La reunión básicamente consistió en la solicitud de apoyo para el plantel matecaña. Palabras más, palabras menos, Candamil y Vásquez estaban en la búsqueda de $ 600 millones. No hubo tacto en el diálogo, tampoco un discurso profundo. Eran dos hombres con la misión de sacar a flote un barco, sin tener muy claro cómo.

Don Javier, que se guardaba la plena intención de contribuir desde El Diario con aspectos no tan gruesos, un poco ruborizado y con la franqueza que lo caracteriza, inmediatamente despachó a estos dos sujetos. Lo hizo, no sin antes recomendarles algo: “Ustedes deben es devolverle la confianza a la gente, la confianza en lo que ustedes hagan para que después podamos apoyarlos”.  ¡Muchas gracias don Javier!- se despidieron.

Esa reunión se quedó en la memoria de quien hoy escribe, porque a pesar de los años y regresar a la máxima categoría, la administración del onceno risaraldense sigue sin devolverle la confianza plena a la ciudadanía, quedó demostrado en las voces del hincha, que agradeció el esfuerzo de los deportivos y cuerpo técnico por parmanecer; pero siguen pidiendo la salida de Candamil y compañía. 

La confianza plena se logra cuando hay mínimos de respeto, cuando se acepta que la marca Deportivo Pereira no le pertenece a un privado; sino que la historia la ha transformado en un bien público del deporte. Cuando el hincha participa del progreso y se entiende necesario en la evolución cíclica del proceso deportivo.

Comprender que la divisa matecaña es un símbolo que navega por su séptima década en el municipio, a la espera de encontrar a alguien que entienda que este activo de ciudad, necesita aliados y no detractores, férreos apasionados y no enemigos en cada esquina. ¡Por eso se hace necesario llegar a la subasta!

Una subasta lejos de Jhon Ómar Candamil es el anhelo del hincha, es la esperanza para la prensa que, a lo largo de los años, ha fracturado su relación con la dirigencia en ese ingenuo discurso de hacer valer los derechos del cliente, los derechos del mismo aficionado.

Daño le hacen a la ciudad, quienes creen hoy que, porque ostentan el escudo en sus camisetas y tienen un contrato vigente con Corpereira, son dueños de la verdad, son intocables para el escrutinio público que motiva un equipo de fútbol profesional. Cuantos han pasado por la institución y hoy se sostienen en el vacío del anonimato, cientos, si no miles.

Como lo refería don Javier, no hay confianza en la dirigencia y es mejor, cuanto antes, dar un paso al costado; permitir el avance porque algo queda grabado en el imaginario social de los pereiranos y es que el hincha es eterno, más allá de los títulos, más allá de los ascensos y descensos, porque Deportivo Pereira es de la ciudad, y no la ciudad del Deportivo Pereira.

Una vez la confianza esté de regreso, se volverá a convocar y el ciudadano incluso llegará solo, porque no hay mejor publicidad para una administración, que los resultados hablen por sí mismos.

Candamil y compañía han generado un mar de cuestionamientos, de insatisfacciones, de dudas, de malestares incluso entre los políticos del departamento, que, atendiendo al clamor popular, lo despellejan entre pasillos, maltratándolo como si fuera el principal enemigo que tiene Pereira. Un trato un poco exagerado, distante de las cosas buenas que ha hecho Candamil por Deportivo Pereira, más allá que su actitud arrogante le esté constando hoy un rechazo social que tal vez no merezca, o tal vez sí.

Finalmente, y sin dar más largas a esta opinión, se puede reflexionar que Jhon Ómar Candamil consiguió mucho más que $ 600 millones, ascendió al equipo, tarea que no estaba entre sus obligaciones; pero no le ha devuelto la confianza al pereirano; por eso es necesario empezar de nuevo, y la subasta es ese punto de partida que nos oxigenará a todos.

Pd: ¡Gracias a el ‘Flaco’ y a Rubén Zapata porque han entendido cuál es su trabajo!.

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