El legado que deja Moisés Castillo
abril 8, 2024Este domingo 7 de abril el deporte colombiano recibió una triste noticia. El fallecimiento del presidente de la Federación Colombiana de Hapkido, un hombre entregado a la familia, al deporte y a la idea constante de mejorar el sector.
Santandereano de nacimiento; pero criado en Risaralda, José Moisés Castillo Gallegos, se inició en las artes marciales desde los 10 años. Pasó por el kung fu, jiu jitsu, judo, karate, aikido, antes de llegar al hapkido.
Desde muy joven se mostró como una persona acuciosa por entender la dinámica del deporte, cuáles eran los detalles técnicos más sobresalientes de las diferentes disciplinas. Siempre quiso ir más allá del conocimiento relatado en la teoría, a la experiencia vivida en la práctica.
En 1994 contribuyó para la fundación de la Liga Risaraldense de Hapkido, la segunda en el país en ese momento. Luego desde el departamento cafetero, se dio a la tarea de obtener el reconocimiento deportivo en su regreso en el 2002; eso ya dejó ver su vocación e interés hacia el desarrollo deportivo
Profesional en Ciencias del Deporte y la Recreación, especialista en Gerencia Deportiva de la Universidad Tecnológica de Pereira, docente universitario, estuvo tres períodos como presidente de la liga, y ahora antes de su partida, sumaba tres años como presidente de la Federación Colombiana de Hapkido.
En los últimos 15 años Moisés Castillo marcó un sinigual aporte al deporte nacional desde Santa Rosa de Cabal, tierra a la que de manera constante ubicaba en el radar de los logros deportivos. Incluso llegó a ser condecorado por las entidades territoriales por su excelente desempeño como entrenador y valioso aporte como dirigente.
A nivel nacional posicionó el hapkido risaraldense en el escenario de los altos logros, también llevó a sus deportistas a competencias internacionales, regresando con medallería al país.
Quienes le conocen dirán que fue un excelente entrenador y un gran dirigente; aunque su legado más importante lo dejó como padre. Moisés Castillo quería al deporte, pero amaba a sus hijos. El brillo de sus ojos reflejaban el orgullo que sentía por lo que había construido con sus pequeños en el maravilloso mundo del hapkido.
Es por eso que el legado que le deja a Colombia tienen nombre y apellido, porque son el fruto de una vida entregada al deporte. No hay legado más importante, que un padre le enseñe a triunfar a sus hijos.