Ajedrez y Paisaje

junio 4, 2021 Desactivado Por Carlos Marín

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El Paisaje Cultural Cafetero, (PCC), comprende las costumbres y recreación de las sucesivas generaciones que forman nuestra región; entre ellas el ajedrez juega un papel privilegiado.

Bien fuera en espacios públicos como los cafés, los clubes, los colegios, los parques; o en espacios privados, como las salas de las casas o los zaguanes y los patios, era frecuente ver los jugadores en silencio, inmersos en una partida de ajedrez.

A mediados del siglo pasado existió en Armenia un establecimiento llamado Café Ajedrez donde las humeantes tazas de café acompañaban a los jugadores en los avatares del noble juego.

En torno a ellos, algunos amigos seguían la partida paso a paso, conteniendo la respiración.

En los colegios y en las empresas había campeonatos. Los padres enseñaban a sus hijos el ajedrez, así fueran derrotados más temprano que tarde por sus propios vástagos. En las partidas, los niños adoptaban nombres de países como Francia Rusia y Estados Unidos.

La figura legendaria de José Raúl Capablanca llevaba de la mano a grandes y chicos por los vericuetos de los 64 escaques. Los artesanos locales torneaban las piezas y luego las terminaban con delicadas tallas. De sus manos iban brotando caballos, alfiles, torres, peones y claro, el rey y la reina.

Hoy día, en los hostales que reciben centenares de visitantes, puede verse en algún corredor de chambranas, con un magnifico guadual al fondo, la mesa con el tablero y los dos ejércitos listos para entrar en la contienda. Y al lado, las humeantes tazas de nuestro café.

Texto: Jorge Orrego Gaviria, entrenador de ajedrez y director del proyecto Café Ajedrez en el Quindío.

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